![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUIfmtBaUR5aKNM46Mv_jg7nFvFZpJkqCT_l0jn_RIeTord7f30qnJ0uvRS0lhiaRLTn92vbIFFnKRMkt3ykmQPtg4reZpgINq-qCvk4J-SPssO90RpeMhP0nnLbdmo1Ao7QLV-oNxhDE/s400/196371_136556143081859_100001824230363_214824_2213481_n.jpg)
Por Roque Escobar
“Veníamos por la calle Chacabuco, en una noche con frío y niebla, con un amigo. De repente, surgió a un costado un hombre. Es decir…, nos pareció un hombre. Empezó haciendo manotones, como señas, y parecía que hablaba algo. Algo que no se entendía, claro, porque era muy raro. Nos hacía señales como indicándonos que camináramos hacia la Diagonal, en dirección de la Casa de Gobierno. Y con la noche fría, la niebla y… yo no sé… ese ser, ese hombre era, más grande que nosotros… ¿no?…, no sentimos miedo. Pero yo, sinceramente tenía frío y muchas ganas de llegar a casa. Pero este hombre, muy rubio, como de uno ochenta y cinco de alto, con ojos grandes que parecían de ciego, porque no tenían párpados ni nada… eran redondos, rarísimos. Estaba vestido apenas con un saquito que parecía un cardigan, verdoso, luminoso. Y fíjese, hacía un frío bárbaro. No obstante, seguimos caminando con mi compañero, cruzamos la calle, y mi amigo me lanza la pregunta: “Che… ¿no te parece que este hombre no es de este mundo?” “Y entonces vi el sol, inmenso, majestuoso. Ellos son buenos, vienen con fines pacíficos, de investigación. Parece que han elegido un territorio que se llama “Cristianía” Hasta aquí el interesante relato de un hombre que dice haber estado dos veces con seres extraterrestres. De un hombre que afirma que puede tener comunicación periódica con venusinos dada su condición de telépata. De un hombre de quien la prensa se ha ocupado ya varias veces por sus “singulares poderes proféticos.” De un hombre que dice haber viajado en un “plato volador” y haber dado la vuelta al mundo en contados minutos. De un hombre a quien no pocos acusan de “farsante” “embustero”, “macaneador”. De un hombre que confiesa que su mismo padre, psiquiatra argentino de nota, lo llamaba “loco”. De un hombre que vive en la bohemia al estilo parisiense, y que practica su profesión de pintor en un atelier céntrico de Buenos Aires. Un atelier con aspecto de Siglo XVII y a la vez de Siglo XXI. Ese hombre a quien reportea hoy ESQUIU es Benjamín Solari Parravicini. Indudablemente una persona muy discutida a cuyo relato nos circunscribimos sin que ello signifique extender un certificado de veracidad. Porque lo que buscamos en nuestra inquietud periodística, en este caso, es la información a través de quien asegura poder ser testimonio en un tema apasionante: los platos voladores. Cuándo, cómo y dónde -Bien -prosigue Solari Parravicini-, esa pregunta se me clavó y le contesté que era muy raro. Sobre todo los ojos, la ropa metálica. En fin. Nos despertó la curiosidad y quisimos volver al lugar donde lo habíamos visto. Volvimos, pero ya no estaba. -Había desaparecido… -Sí… había desaparecido -el entrevistado abre sus ojos grandemente, detrás de un armazón redondo muy poco común. se frota su calvicie y hace gestos misteriosos. Yo lo miro con suspenso y trato de descubrirlo. Prosigue-: Ahora va a ver. Pasaron varios días, y… -¿Cuándo fue eso? -Y… hace más o menos ocho años. Pasaron varios días y una noche estaba yo acá, en mi casa. Estaba también nublado, con bastante niebla y mucho frío. Se me ocurrió ir a ver “My fair lady” que la estaban dando en “El Nacional”. Fui. No sé a la hora que habrá terminado, imagínese. Cuando salí me dio ganas de comer un puchero de gallina. Terminé mi plato favorito y me dispuse a marcharme a casa. Serían como las tres, las cuatro de la madrugada. En esa época había muchos asaltos por acá, y tuve miedo, de manera que decidí tomar por la Diagonal, rumbo a Belgrano. Cuando iba cruzando la calle, se me apareció el “hombre” otra vez. Como caído del cielo ¿no? Había recuerdo, una bruma bárbara. No se veía a un metro. El tipo este empezó a hablar, nuevamente: “jap, gloa, prirp, jap”. Yo lo miré medio confundido y me dije: “Bueno, este me asalta”. Entonces apuré el paso. Sin pensar por qué estaba ahí, como había aparecido, sin recordar nada. Empecé a caminar ligero, y de pronto… Me quedé paralizado …no pude caminar más. No podía moverme. Cinco metros apenas avancé. Y ahora nada… Pasó un momento.. -Pero ¿podía pensar? ¿No perdió sus facultades mentales? Sí, podía pensar. Era totalmente consciente de todo. Nada más que me era imposible moverme. Como le dije, pasó un instante y luego comencé a perderme… a perderme… me iba… me iba. No sé como será un desmayo, pero creo que fue eso lo que pasó. Acá diríamos “me desmayé”… y me encontré, de repente, como en un borde de un barco con una baranda que parecía de metal. Ahí adelante, así redondo (Solari Parravicini gesticulaba), era como una explanada negra. Como de caucho. Entonces, aparezco yo allí, no sé como, y me encuentro con otros dos seres iguales. Muy sonrientes, me saludaron poniéndome las manos en el hombro… -¿Usted cree que estaba en un plato volador? -Sí, claro, no hay duda. En ese momento no sabía lo que era, pero después me lo expliqué todo. Yo estuve en un plato volador. Bueno… -Y dígame ¿eran de carne y hueso? ¿cómo era su contextura física? -Sí, al menos parecen de carne y hueso. Son como nosotros, altos, bien rubios, con ojos como le dije, muy redondos y sin párpados… El cutis es igual al nuestro, muy blanco… son lindos hombres, fuertes. Bien, allí, entre ellos hablaron: “chanau, glut, play, jot, net, jap”, qué se yo. Decían así. Ahí fue cuando se me cruzó la idea de que yo estaba en un plato volador, porque veía allá abajo, abajo, veía la punta del Obelisco, que entonces tenía una luz. Y justo cuando se me ocurrió pensar eso, uno de ellos me dice: “Si señor, somos de Venus”. -¿En castellano? -Sí, en castellano. Yo me sorprendí, él me dijo entonces:
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9xHMTJrxkBCxEfrQsYGzZek9EW6ot3GYK4c9dPbVG4zIhhXwtVwyN-vyk1ftdCKTEgkxAnt_qtjAaFxQar6H-qlnmlf-jg_LRSU68jYEkTPs2PFmc_Z2NgDSH-_Q9T0ID-33jlvM-qeY/s400/c.bmp)
No hay comentarios:
Publicar un comentario